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Benito Taibo

20/10/2013 - 12:01 am

No quiero ser finlandés

Nos han restregado una y otra vez en la cara –sobre todo a los que decimos que en este país se lee más de lo que se desprende de la encuesta y supongo que con el fin de humillarnos– que en Finlandia se leen un montón de libros por año. ¡Cultos y admirados finlandeses! Me […]

Nos han restregado una y otra vez en la cara –sobre todo a los que decimos que en este país se lee más de lo que se desprende de la encuesta y supongo que con el fin de humillarnos– que en Finlandia se leen un montón de libros por año.

¡Cultos y admirados finlandeses!

Me parece soberbio que en ese país suceda tal prodigio. Y sin embargo, tengo mis reservas.

Cada vez que se habla de encuestas que tienen que ver con lectura, algún sabihondo saca a colación a los finlandeses y el espectacular número de libros que en ese país se lee al año per cápita. Algunos dicen que son 47, y otros que 29. No deja de ser asombrosa cualquiera de las dos cifras y el mexicano al que le han reclamado los 2.9 libros que en su país se leen (otros dicen que son 1.9), no tiene más que callar y sentirse avergonzado, y según esto, el nivel baja constantemente.

Pero como soy muy metiche, mexicano, lector, y no tengo idea de donde se ha sacado esa cifra maldita que nos persigue como un verdadero estigma por la vida, y que nos mantiene en la lista de países del mundo donde aparentemente menos se lee, me puse, gracias al internet, a hacer unas cuantas averiguaciones.

Y así, averigüe, buscando aquí y allá (y cualquiera puede hacerlo sí es tan incrédulo como yo mismo) algunas cifras que en algo pueden darnos cierta claridad frente al tema.

Primero, pude saber que en Finlandia, la población aproximada es de cinco millones y medio de personas y que según los datos de la Fundación Finlandesa del Libro, en el año de 2011, se vendieron aproximadamente 24.5 millones de ejemplares. Lo mío no es la matemática, pero eso quiere decir que equivale a unos cinco libros (más menos, no pidan mucho más de mí) por persona. ¿De dónde diablos salió  la cifra de 47, o incluso la de 29? Nadie sabe, nadie supo, como decía la famosa “Bruja maldita” en ese genial programa de la televisión mexicana de finales de los años sesenta.

Averigüé también que la temperatura anual media en ese país es de unos cinco grados centígrados. Así que se entiende perfectamente que el hábito de la lectura, con ese nivel permanente de frío, sea por supuesto muy socorrida. En el verano, en que en algunas zonas llegan a tener casi 30 grados, será menos, porque salen corriendo a tomar el sol, desesperados, para aguantar el resto del año,  metidos en sus casas,  rodeados de nieve y leyendo como locos. Porque me queda claro que lo que hacen es leer, ya que las cifras de natalidad en el país son las más bajas de Europa. Aunque claro, no revisé, por pudor, las cifras de venta de condones, que lo explicaría todo.

En México, según el INEGI la población total en el año 2010 y con datos del censo, llegamos a ser 112 millones, 336 mil, 538 personas. Para no meterme en problemas, podemos decir, que hoy, en números redondos y aproximados, seremos unos 120 millones (permítanme el famoso redondeo). La cámara editorial mexicana declaró que se vendieron en el 2011, alrededor de 142 millones de libros. Un poco más de uno por cabeza.

Pero… Según el propio INEGI, los niveles de pobreza en 2010, alcanzaron a más de 108 millones de mexicanos. Cifra estremecedora y esa sí, vergonzosa. Esos mexicanos difícilmente compran libros. Así que para efectos de estadística (a la brava), diremos que quedan entonces solamente 12 millones con capacidad adquisitiva suficiente para adquirir libros ¿sí?

Por lo tanto, y con la alquimia numérica a la que ya estamos tan acostumbrados en esta bendita patria, saco la calculadora y me atrevo a afirmar que 142 millones de libros entre 12 millones de personas, da a 11.83 libros por cabeza. Lo que nos sube en la escala de lectores a altitudes insospechadas. Y es el doble de Finlandia. Con la pena. Además, teniendo en cuenta que la temperatura media mexicana sobrepasa los 22 grados y que el sol, está casi siempre entre nosotros, seguimos comprando y leyendo libros.

Todo esto que acabo de hacer, es una especie de mala broma, pero no puedo resistir la tentación.

De lo que estoy seguro, absolutamente, es que se lee más de lo que se desprende de la encuesta. Y uno de mis mejores argumentos es que en todas las tiendas del señor Slim, esas que tienen unos búhos como emblema, han puesto una librería. Sí no vendieran suficiente, les apuesto que ya hubieran sido cerradas, o cambiadas de giro por uno más productivo. Hay cada vez más ferias del libro y más intercambio personal de ejemplares, bibliotecas de aula y por supuesto, el internet que nos permite leer un montón sin comprar.

Yo dejaría de angustiarme por los niveles de lectura de los mexicanos, y me pondría, en serio, a intentar abatir la pobreza. A hacer justicia. No tengo nada contra los amigos de Finlandia, y puestos a hacer justicia, lo que les deseo es más sol en sus vidas.

El tema es que no quiero ser finlandés, sino seguir siendo mexicano, e intentar por todos los caminos conocidos y por conocer, seguir fomentando la lectura, sólo como ese acto superior de resistencia frente a la barbarie, la banalidad, la violencia de nuestros terribles tiempos.

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